En Japón, cada gesto tiende a la sofisticación. Tomarse un café no basta, sino que ha de tener un pequeño detalle que lo convierta en obra de arte. Así lo entiende el artista Kohei Matsuno que en vez del ritual del té adopta pincel y espuma para ir más allá de un simple capuchino.

Matsuno comenzó a decorar sus tazas de café hace un par de años. Una obra efímera y a contrareloj.

“La espuma se deshace, por lo que es difícil dibujar detalles finos. En otras palabras: no se puede hacer arte en 3D desafiando la gravedad.”

La espuma de los días de Matsuno fascina sobre todo por su inspiración perruna. Un universo evanescente que existe también es versión descafeinada.

Este artista de la leche está preparado para participar en un campeonato mundial:

“Hay campeonatos mundiales en los que dibujan corazones y hojas de espuma. Si hubiera un concurso en 3D me encantaría participar y ganar. Por lo que espero que algún día se invente un concurso así.”

Kohei Matsuno se toma en serio su arte de la moca en cafetín y no duda en pasear por todo Tokio con su máquina de espresso portátil. Una estética con sabor que hace relamerse a más de uno.