Enfoque - Estados Unidos: 240 años de beligerancia
- hace 8 años
La celebración del 4 de julio como Día de la Independencia de los Estados Unidos se convierte cada año en una exaltación al patriotismo por parte de los políticos de ese país.
Sin embargo ese sentimiento se suele asociar, desde el propio modo estadounidense de ver el mundo, a un exacerbado militarismo que en los últimos años se muestra camuflado bajo la etiqueta de la anunciada guerra contra el terrorismo.
La historia de los 240 años después de la independencia de las entonces trece colonias británicas, está marcada por la grandilocuencia de los poderes ilegítimos con los que se pretende el control de los organismos e instituciones internacionales, en primer lugar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU).
No conformes con ello, las sucesivas administraciones de EE.UU. han protagonizado una escandalosa intromisión en asuntos de política interna en no pocos países del mundo.
Para Fran Pérez, secretario federal de Solidaridad Internacional y Derechos Humanos de Izquierda Unida (IU), “el proyecto histórico posterior a la independencia de los EE.UU. fue imperial. Dominar el mundo en todos los ámbitos y para ello cuentan con todo un compendio de herramientas para lograrlo”.
Sonia Alda, historiadora y experta en América Latina, considera que “existe una conciencia de identidad nacional. Por simplista que parezca, los ciudadanos norteamericanos se asumen como miembros de la nación más poderosa del mundo”.
David Sarias, doctor en Historia de Estados Unidos y profesor de la Universidad CEU San Pablo, piensa que en la actualidad “lo que hace la Administración de Barack Obama es responder a los cambios dentro de su nación. Hay un giro en el continente latinoamericano a nivel político que está a favor de EE.UU.”.
Por su parte el periodista Fernando Martín, destaca: “se trata del imperialismo moderno, con medios de comunicación que permitan sumar a la opinión pública y alcanzar la dominación económica”.
Sin embargo ese sentimiento se suele asociar, desde el propio modo estadounidense de ver el mundo, a un exacerbado militarismo que en los últimos años se muestra camuflado bajo la etiqueta de la anunciada guerra contra el terrorismo.
La historia de los 240 años después de la independencia de las entonces trece colonias británicas, está marcada por la grandilocuencia de los poderes ilegítimos con los que se pretende el control de los organismos e instituciones internacionales, en primer lugar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU).
No conformes con ello, las sucesivas administraciones de EE.UU. han protagonizado una escandalosa intromisión en asuntos de política interna en no pocos países del mundo.
Para Fran Pérez, secretario federal de Solidaridad Internacional y Derechos Humanos de Izquierda Unida (IU), “el proyecto histórico posterior a la independencia de los EE.UU. fue imperial. Dominar el mundo en todos los ámbitos y para ello cuentan con todo un compendio de herramientas para lograrlo”.
Sonia Alda, historiadora y experta en América Latina, considera que “existe una conciencia de identidad nacional. Por simplista que parezca, los ciudadanos norteamericanos se asumen como miembros de la nación más poderosa del mundo”.
David Sarias, doctor en Historia de Estados Unidos y profesor de la Universidad CEU San Pablo, piensa que en la actualidad “lo que hace la Administración de Barack Obama es responder a los cambios dentro de su nación. Hay un giro en el continente latinoamericano a nivel político que está a favor de EE.UU.”.
Por su parte el periodista Fernando Martín, destaca: “se trata del imperialismo moderno, con medios de comunicación que permitan sumar a la opinión pública y alcanzar la dominación económica”.